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Cuido la palabra, ergo la amo


CUIDO LA PALABRA, ERGO LA AMO
por Blanca Mo

Todos nosotros poseemos algún bien muy preciado: un recuerdo, el privilegio de ser libres –o el de ser esclavos de las cosas que amamos-; algunos bienes materiales que -por su valor en el mercado o estrictamente sentimental- son muy significativos para nuestra existencia.
Entre los tesoros maravillosos que la vida nos regala, se halla el don de comunicarnos. Todos poseemos un código para poder hacerlo. La palabra es uno de los más ricos (otros códigos no lo son menos, como el gestual de los sordomudos, el de las plantas, o el de los animales -algunos sutilmente complejos y bellos, como el de las ballenas-).
Los hablantes y escribientes tenemos boca y manos para manejar este tesoro y convertirlo, además de en una herramienta de intercambio de ideas y experiencias, en una plataforma para crear belleza.
¿Nos hemos parado alguna vez a pensar en cómo sería el mundo sin posibilidad de comunicación? …
Puesto que contamos con la riqueza del lenguaje para poder llevarla a cabo del modo más eficiente y estético –no quiero decir barroco con ello. Me refiero a la correcta estructura,  la precisión, la claridad: no hay nada más complejo que hablar o escribir sencillo-… ¿por qué a veces lo dejamos tan descuidado?
El lenguaje es una convención; y eso significa que existen unas normas para permitir que sea bello y ordenado. Sucede lo mismo en  Pintura, en Escultura, o en cualquiera de las artes. Conocer y respetar estas formas nos permitirá ser correctos y precisos en la parte pragmática y utilitaria de la comunicación diaria. Y, un poco más: ser incluso hábiles en la parte estética y poder llegar incluso a hacer Literatura.
Una palabra mal acentuada, una falta de ortografía, un error sintáctico o gramatical convierten la expresión en una prenda con manchas. Causa la impresión que causaría un interlocutor mal aseado, despeinado, o con manifiesta dejadez en su aspecto.
Aprender los entresijos de una gramática puede ser un oficio apasionante, un camino interminable de grato aprendizaje. Los diccionarios de consulta y algunas páginas de Internet son imprescindibles para resolver dudas de profanos y profesionales.
En todo caso, lo más importante es la actitud: ¿concedemos suficiente importancia al asunto al redactar emails, mensajes cortos, y conversaciones de chat?
La duda es si estas nuevas tecnologías de la rapidez acabarán imponiéndose sobre la norma idiomática y transformando el idioma castellano, que por supuesto, es lengua viva… No sería extraño, pero antes, por supuesto, tendría que quedar recogida la nueva normativa por el organismo pertinente (en el caso de la lengua castellana, por la RAE).
Suceda lo que suceda, y aun a fuer de ser tildados de puristas, los correctores continuamos velando por el cumplimiento normativo. Acunamos el idioma con mano recta y cariñosa, para cuidar a eso que consideramos nuestro hijo más amado.

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