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La tarea del corrector

La tarea del corrector
por Blanca Mo

Se dice que la escritura es un oficio y un arte. Corregir textos, por el contrario, es un oficio que no cuenta con la vertiente artística, pero sí con mucho del rigor técnico y la precisión que requiere un oficio en toda regla.

El corrector tipográfico y de estilo es un profesional que debe conocer a la perfección las normas idiomáticas de ortografía, gramática, semántica, puntuación, y cualquier aspecto referido a la corrección de un idioma. También debe poseer conocimientos acerca de la tipografía de las ediciones  (organización de los párrafos y líneas, uso de cursivas y negritas, etcétera).

Además de los aspectos idiomáticos y compositivos citados, el corrector debe vigilar igualmente por la coherencia de un texto (es decir, las relaciones de contenido que tienen las ideas, que éstas sean expresadas en el orden adecuado para su óptima comprensión por parte del lector; y, en definitiva, la estricta lógica que debe encerrar todo buen discurso).

No sólo de la coherencia se ocupa el corrector, también de que la cohesión –o correcto entramado de las ideas secundarias expresadas, para su correcto entendimiento y sentido del texto- esté en línea con el tipo de discurso que se maneja.

Por tanto, además de pulir el lenguaje de un manuscrito, un corrector comentará también con el autor si debe realizarse alguna modificación en el mismo que resulte pertinente para la coherencia y cohesión del escrito, según su modalidad: no requerirá los mismos elementos una carta, una tesis, una novela, un poema, un discurso, un informe, un cuento, un texto técnico o científico.

Requisito fundamental para que un manuscrito sea legible y aceptable es su estricta corrección. Es, por tanto, este oficio de corrector, una herramienta de pulido de los textos que no debe ser pasada por alto.

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